martes, 20 de noviembre de 2007

Yo y los hombres II

Tras volar, había que caer.
Y caí en octubre.
Se llamaba Juan, era gallego. Tenía 18 años, tres más que yo, y labia por él y todos sus compañeros.
Uno de sus compañeros de piso estaba intentando ligar conmigo, pero él no se lo pensó dos veces y decidió que él se quedaba con la chica.
Tal vez en otro momento cuente cómo sucedió todo, la verdad es que es una historia que no tiene desperdicio, pero ahora me ceñiré a este post.
Juan me besó a las 5 horas de conocernos. Y nunca había conocido a un chico que besara igual.
A los dos días perdí mi virginidad con él.
Tenía que ser así.
Pero Juan tampoco me duró. Al mes y medio me cansé, justo el día que él me iba a pedir que formalizáramos nuestra situación.
Una tontería de un mes más y entonces llegó Raúl.
Amigo de amigos.
Fue un flechazo por ambas partes.
Tonteos, encuentros casuales, mensajes... y me besó.

Yo nunca me lanzo, ellos son siempre los que me besan.

Le advertí, "que soy muy inestable, que me canso muy rápido de los chicos..." y empezamos a salir.
Todo era perfecto. Su familia me adoraba, él me adoraba y yo le adoraba.
1 mes, 2 meses, 3... -stop-
Ya no puedo más.
Y me dolió, vaya si me dolió.
Pero se acabó, yo no soy capaz de estar con una persona por la que no siento todo lo que debería.
Y la historia que vino después (años) da para otro post.
Vuelta a la vida pre-Raúl. No fue fácil, para nada, cuando te metes en una rutina salir cuesta.

Y mi mejor amigo estaba ahí.
Jorge. Jorge llevaba tiempo enamorado de mí. Yo le quería con locura, pero nunca debí arriesgar. Fue muy bonito mientras duró, pero se acabó, le rompí el corazón y le perdí para siempre.

Los siguientes dos años fueron de romances de verano, de historias cortas.
Hasta que llegó D.
Y con D empezó todo.

Puedo recordar cómo nos conocimos, cuánto me gustó, cuánto tonteamos, y la tristeza que supuso que se acabara septiembre y volviera a su ciudad para volver a la universidad.
Pero también recuerdo unas semanas después cuando vino, un 8 de octubre, allí en la estación más nerviosa que nadie estaba yo. Se bajó del autobús y me besó.
Fueron meses súper bonitos, viajes, encuentros, conversaciones, mimos, echarle de menos...pero cada mes un mínimo de 3 días tenían sentido.
D fue el primer chico del que me enamoré. Y como estaba claro, era el que tenía que romperme el corazón.

Y lo pasé mal. Muy mal. Y no sabría calcular cuánto tiempo me costó recuperarme, pero fue mucho.

Y la vida siguió, llegaron más chicos, pero de paso, no se quedaban o más bien, no les dejaba quedarse.
Decidí que nunca más quería enamorarme.
A los pocos meses me fui a vivir a la ciudad de D, cosa que llevaba meses planeando.
Y empecé de nuevo.

Sin él, sin mi ciudad, sin todo.

3 comentarios:

Habibi dijo...

Empezar de nuevo es genial. Yo lo estoy haciendo por segunda vez.
Además, estoy en esa etapa que tú describes. Mis tres días empeizan el sábado.

Comer es un placer dijo...

Tardé meses en conseguirlo, cada vez que me lo replanteaba me daba cuenta de que era algo no superado.
Pero de eso ya hace tiempo.
Ya estoy curada.
Mañana va (de momento) la definitiva, la parte III.
Dejo de dar la brasa con mi pasada vida sentimental de quinceañera :P

Anónimo dijo...

Me gusta tu historia, me gustaria saber la tercera parte, espero impaciente,jeje, un saludo desde el sur!