miércoles, 28 de noviembre de 2007

Celos

Soy una celosa enfermiza.
Lo sé, lo admito, e intento vivir con ello.
Es algo que odio, pero no puedo evitar.

Odio pensar en las otras chicas a las que ha deseado ( y desea), ha besado, con las que se ha acostado, las chicas con las que ha practicado sexo oral, las chicas que ha desvirgado...

Las largas semanas de exámenes y trabajos son un perfecto caldo de cultivo para mi imaginación.

La ex- que está de visita, la compañera de clase que le llama cada finde para que vaya a esa discoteca, la chica desesperada que se quedó pillada, la chica de 17 años que quería que él la desvirgara, la ex-amiga a la que no le importó...



Y sobre todo odio pensar que a alguien le haya dicho más veces que a mí lo mucho que le gusta follar con ella.

martes, 27 de noviembre de 2007

2 de julio 5:59 a.m.


Me fijo mucho en tu actitud con la gente, te dirijas a quien te dirijas siempre tienes una simpática mueca y no es porque seas agradable con todo el mundo sino que ellos de entrada ya lo son contigo.

Es comprensible porque acompañado a tu movimiento va el de tu melena que te caracterizada, sutil pese a su bonito volumen, castaña en principio pero oscura y atrayente para el que la mira, que queda perplejo cuando de entre tanto cabello aparecen esos dos ojos verdes tan bonitos que se clavan esperando a lo que tengan que decir, que sin lugar a dudas no puede ser desagradable.

Si pueden decir algo, si no bajarán la mirada y caerán en la trampa de comprobar la feminidad que emana el resto de ti, alterando hasta al más sosegado.

lunes, 26 de noviembre de 2007

G

La historia con G fue corta e intensa. En diciembre del año pasado, cuando yo no estaba con nadie apareció.
Fue una historia de atracción y pasión, nada más.

Sé que la gente notó que tonteábamos y dio por hecho que íbamos a liarnos, mucha gente me lo preguntó el día después de nuestro tonteo oficial. Pero ese día no pasó nada, es más, acabé con un abogado de 27 años al que conocí en una discoteca y nunca más llamé.

El día siguiente salimos, y a las 7 de la mañana volvimos varios a la casa en la que vivían 3 de mis amigos, él incluido.
Nos llevábamos muy bien, y hasta el día del abogado ni me había planteado la idea de tener nada con él.
Cuando llegamos, estuve hablando un rato con un amigo en su cuarto, luego iba al salón y me lo encontré en la puerta de su cuarto. Empezamos a hablar y a pintarnos con un rotulador, hasta que me besó. Era diciembre y el frío no me dejó dormir. Por la mañana me desperté, él también lo estaba, era otro chico distinto, era cariñoso, simpático e incluso dulce, nada que ver con el chico que conocía. Y me fui a mi casa.
El día siguiente no sé cómo volvimos a acabar en su cuarto. Sexo de calidad, duro, sin mariconadas.

No recuerdo muy bien ese mes. Sé que hubo otro día en su cuarto.
Llegaron las navidades, me olvidé totalmente de G y cuando acabaron volví.

El primer fin de semana de enero tras mi vuelta fue cuando apareció ÉL.

El fin de semana siguiente, tras ver a una chica con la que había estado liado en verano besarle, me fui.
La chica se cabreó porque salió fuera a buscarme, me iba a casa de mi amiga (que vivía en la misma casa que G) y ÉL estuvo persiguiéndome por la calle.

Otra cosa no, pero cabezona y orgullosa en exceso.

Luego me mandó los típicos mensajes a los que me tiene acostumbrada.
Sobre qué era lo que tenía que hacer para que le hiciera caso, sobre lo gilipollas que era, que ella no le dejaba en paz, y que le gustaba yo...

A mí me dio igual. Me quedé dormida en el sofá del salón.
Me puse a llorar y me puse los cascos.
Una hora después llegó G a casa. Llegó al salón, encendió la luz, me despertó y me llevó a su cuarto.

A la mañana siguiente me fui silenciosamente de su cuarto y cerré la puerta.

A los 2 días ÉL me llamó para darme mi regalo de navidades, advirtiéndome que estuviera tranquila, que esperaba no cagarla más y que no pensaba avalanzarse sobre mí, que no le quedaba cara para eso.

Es tan gracioso leer mensajes antiguos en el móvil...

sábado, 24 de noviembre de 2007

ÉL y yo



¿Vamos a dormir?
Vale

-
¡Jajajaja! ¡Sabes a vino!
¡Ya! a vino con zumo de naranja
¿Otra vez habeis estado bebiendo esa cerdada?
¡Pues sí!
...
-
No puedo dormir contigo al lado

¡Mentira!

¿Ves? No puedo...
-

jueves, 22 de noviembre de 2007

Nueve lunares.

Soy una persona tremendamente ñoña y susceptible.Siempre encuentro cosas súper bonitas en las personas que me gustan. Cosas que me alegran, me entristecen, me emocionan, me vuelven loca. Con ésto me refiero tanto física como psicológicamente, tanto en el ámbito "amoroso" como en el de amistad.

Recuerdo un hombre que tenía 9 lunares en la espalda.

Hay muchos hombres con los que no consigo dormir al lado, y mientras ellos sí lo hacen yo me dedico a mirarlos.
El chico interesante (el de los lunares) era el hermano de unos amigos míos, y aparte y sobre todo le conocía porque era amigo de mi hermano. Yo le conocía desde pequeña, siempre me había gustado inocentemente, era súper guapo e increíblemente atractivo, pero cuando tienes 8 años no ves a un chico de 15 como nada más que un amor platónico.

Hace dos veranos cuando estaba en mi momento álgido, cuando Él ya no estaba, después de mis 15 días de vacaciones con mis amigos de la ciudad de D (Él incluido) fui como todos los veranos desde que nací al pueblo donde veraneo.

No recuerdo cuándo empecé a andar mucho con el chico interesante y sus amigos. Los conocía de siempre, pero hasta entonces la diferencia de edad era demasiado grande.

Los últimos en todas las fiestas siempre solemos ser los mismos, y eso quieras que no, une.
Era increíblemente simpático conmigo, nos llevábamos mejor que bien, nos reíamos un montón y me reñía cuando no le gustaba algo que hacía (cosa que agradecía).

Un día a las 9:00 de la mañana nos despedíamos, me decía que por favor me abrochara la camisa, que él así no podía y quedamos en ir el día siguiente a la playa. El día siguiente me desperté tardísimo y con el móvil en silencio. Tenía una llamada suya a las 14:30, sabía que era suya porque yo llevaba con su número de móvil apuntado desde el verano anterior, cuando no dejaba en paz a su hermana de broma diciéndole que me encantaba su hermano y me lo apuntó.
Ni me acordaba de tenerlo.

Por la tarde bajé a la playa y le saludé de lejos. Sin más, me daba vergüenza.
Los días pasaban, seguíamos con nuestras cosas, pero nada más.

El último día de las fiestas estábamos todos en un bar. Quedaba una semana de verano.
Chupitos, Benjamines, whisky...tras toda la sidra gratis que nos habíamos metido antes para el cuerpo.
Recuerdo varias canciones, él se empeñaba en llamarme desde su sitio diciéndome que fuera a bailar con él.

Recuerdo las dos canciones que me cantó. En otro contexto una la detestaría, la otra es una canción que me agrada, pero nada más.

Frases increíblemente sugerentes. Dichas a escasos centímetros de mi boca.

Tras decenas de acercamientos, de provocaciones, me besó. Fue un beso suave, delicado, un beso de los que casi no te da tiempo a asimilar.

¿Nos vamos? No quiero estar delante de mi hermana.
Y nos fuimos.

Fuimos hasta su casa a coger el coche de su hermano. De camino nos dimos una pequeña parte de todos los besos que llevábamos guardando ese mes.
Esa noche nos hicimos cientos de promesas, nos devoramos, nos confesamos.

Era martes y me iba el domingo. Los dos como imbéciles esperamos noticias del otro, pero no las obtuvimos.
El viernes le escribí un mensaje, su hermana me contó que se iba el día siguiente, que no fuera estúpida y le escribiera.
Le recordé la promesa que me había hecho jurar respecto a esos días, en los que íbamos a recuperar el tiempo perdido.

Al día siguiente no se fue.
El domingo me fui yo.

Un mes más tarde fui a mi ciudad, eran las fiestas y me iba sola. Reencuentros varios, noche redonda, mis niñas, mis niños, y en un bar estaba él.
Beso en la comisura de los labios, charlamos un rato y me voy con mis amigas.
Cambio de bar. Al rato aparece.

¿Me ofreces desayuno?

El día siguiente cuando me desperté tras una hora de sueño fue cuando conté sus lunares.
Ese día que pasamos en la cama hasta las seis, el día que se pasó abrazado a mí.

Y ese fue nuestro último día.

Krafty



Give me one more day
Give me another night
I need a second chance
This time I'll get it right
I'll say one last time
I've got to let you know
I've got to change your mind
I'll never let you go

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Yo y los hombres III

Al poco de llegar a la ciudad de D conocí a mi grupo de amigos.
Esa misma noche D II me besó.
D II era un chico súper guapo, cariñoso, atento...y yo le gustaba tanto como él a mí. Pero éramos iguales.
Los dos habíamos salido escaldados de otras relaciones y el tiempo que estuvimos juntos fue tan bonito como horrible.
Realmente se portó como un auténtico capullo de 16 años (tenía 22) y a día de hoy, cuando se emborracha me pide perdón durante horas. También ahora somos buenísimos amigos.
la cosa no funcionó.
Y un mes más tarde, llegó ÉL.
Al principio pensé que era imbécil, no dejaba de meterse conmigo (sí, estábamos como niños de 14...) y soltarme cosas nada agradables.
Y me encantó.
Y después de un mes de tonteos, me besó.
Todo muy bonito, hasta que volviendo a casa a las 9 de la mañana me contó su secreto; tenía novia.
¡BRAVO! Lo mío era suerte.
Llegaron las vacaciones de Navidad, él se fue a su ciudad y yo volví a la mía.
Y en enero, volvió.
Y empezó todo.
Me acuerdo de la primera noche que dormí en su casa.
De una noche que fui a cuidarle.
Y sobre todo recuerdo no poder parar de pensar en su novia y estar constantemente evitando el tema.
"así estoy bien"
pasan los meses, con nuestra no-relación. Llega semana santa, me olvido, se acaba, vuelta a la ciudad de D y un sms esperando.
Ya no está con su novia.
Pero todo va a peor.
Y peor
Y peor...
En junio se acabó. Y dos semanas después besó a mi mejor amiga.

Hombre I, Hombre II, Hombre III (ains), Hombre IV (aaaaaaains) y se acabó el verano.
¡Qué verano! ¡Qué bien me lo pasé! Y vuelta a la rutina.
Sin él, sin nadie.

Follamigo.
Navidad.
Vuelta a empezar.

Fue el primer finde después de las vacaciones. Ella dice que recuerda perfectamente que esa noche sabía que iba a pasar algo. Que estábamos tonteando un montón. Yo no recuerdo nada porque estaba increíblemente borracha.

Volvíamos a casa. Fue muy raro, porque cogió el camino más largo para volver a la suya, mi camino. Él y yo.
Cuando yo ya me iba me lo dijo.

"Fui un imbécil. Me encantas. Vete ya por favor, si no te vas no voy a poder evitar besarte..."

Y yo no me fui. Y le acompañé a casa. Porque soy una ñoña. Y en realidad no había nada que me apeteciera más que que me besara.
De eso hace ya 10 meses.

Y todos los fines de semana sigo acompañándole a casa.

martes, 20 de noviembre de 2007

Yo y los hombres II

Tras volar, había que caer.
Y caí en octubre.
Se llamaba Juan, era gallego. Tenía 18 años, tres más que yo, y labia por él y todos sus compañeros.
Uno de sus compañeros de piso estaba intentando ligar conmigo, pero él no se lo pensó dos veces y decidió que él se quedaba con la chica.
Tal vez en otro momento cuente cómo sucedió todo, la verdad es que es una historia que no tiene desperdicio, pero ahora me ceñiré a este post.
Juan me besó a las 5 horas de conocernos. Y nunca había conocido a un chico que besara igual.
A los dos días perdí mi virginidad con él.
Tenía que ser así.
Pero Juan tampoco me duró. Al mes y medio me cansé, justo el día que él me iba a pedir que formalizáramos nuestra situación.
Una tontería de un mes más y entonces llegó Raúl.
Amigo de amigos.
Fue un flechazo por ambas partes.
Tonteos, encuentros casuales, mensajes... y me besó.

Yo nunca me lanzo, ellos son siempre los que me besan.

Le advertí, "que soy muy inestable, que me canso muy rápido de los chicos..." y empezamos a salir.
Todo era perfecto. Su familia me adoraba, él me adoraba y yo le adoraba.
1 mes, 2 meses, 3... -stop-
Ya no puedo más.
Y me dolió, vaya si me dolió.
Pero se acabó, yo no soy capaz de estar con una persona por la que no siento todo lo que debería.
Y la historia que vino después (años) da para otro post.
Vuelta a la vida pre-Raúl. No fue fácil, para nada, cuando te metes en una rutina salir cuesta.

Y mi mejor amigo estaba ahí.
Jorge. Jorge llevaba tiempo enamorado de mí. Yo le quería con locura, pero nunca debí arriesgar. Fue muy bonito mientras duró, pero se acabó, le rompí el corazón y le perdí para siempre.

Los siguientes dos años fueron de romances de verano, de historias cortas.
Hasta que llegó D.
Y con D empezó todo.

Puedo recordar cómo nos conocimos, cuánto me gustó, cuánto tonteamos, y la tristeza que supuso que se acabara septiembre y volviera a su ciudad para volver a la universidad.
Pero también recuerdo unas semanas después cuando vino, un 8 de octubre, allí en la estación más nerviosa que nadie estaba yo. Se bajó del autobús y me besó.
Fueron meses súper bonitos, viajes, encuentros, conversaciones, mimos, echarle de menos...pero cada mes un mínimo de 3 días tenían sentido.
D fue el primer chico del que me enamoré. Y como estaba claro, era el que tenía que romperme el corazón.

Y lo pasé mal. Muy mal. Y no sabría calcular cuánto tiempo me costó recuperarme, pero fue mucho.

Y la vida siguió, llegaron más chicos, pero de paso, no se quedaban o más bien, no les dejaba quedarse.
Decidí que nunca más quería enamorarme.
A los pocos meses me fui a vivir a la ciudad de D, cosa que llevaba meses planeando.
Y empecé de nuevo.

Sin él, sin mi ciudad, sin todo.

Yo y los hombres I

Siempre han supuesto un quebradero de cabeza para mí.


Mi primer gran amor se llamaba Borja, lo conocí en la guardería, y aunque yo realmente no lo recuerdo toda mi familia no lo podrá olvidar.
Volvía siempre de clase hablando de él y estaba super enamorada.

Recuerdo unos cuantos amores de niña, principalmente amigos de mi hermano y compañeros de clase.
Con algunos me dio muy fuerte, también estuve años enamorada de mi mejor amigo, él también de mí, pero apenas teníamos 8 añitos, todo muy dulce e inocente.


El primer hombre con el que me besé, H, no era un gran amor, era la primera vez que le veía, me apeteció que me besara, y lo conseguí.
Yo tenía 13 años, ninguna de mis amigas se había besado con un chico todavía, yo a esa edad ya tenía claro que tanto mi primer beso como la primera vez que me acostara con alguien no tenía porqué ser con una persona que me gustara un montón ni mucho menos mi novio.
No fue nada de otro mundo, es más, no fue nada, y como experiencia me defraudó un montón.

Después de tantos años he besado a muchísimos otros chicos, todos me han aportado un poquito, algunos mínimos tan ínfimos que no tendría ni que tener en cuenta, pero yo lo recuerdo todo.


Mi primer novio se llamaba Fer. Él había ido a mi colegio, tenía 3 años más que yo y era un guaperas. Un sábado empezamos a hablar en un bar en el cual el ambiente era casi exclusivamente de nuestro colegio, era la época en la que mis amigas y yo empezábamos a salir, beber y ligar. Los 14. Y me besó.

No me pilló desprevenida porque yo ya había experimentado la táctica de que te inviten a una copa.
Me gustaba mucho, la verdad es que se portó muy bien conmigo y era un encanto. Pero a los 26 días le dejé.

La chica enamoradiza, a la cual se le mete un chico en la cabeza, le encanta, y derepente se le pasa.

Entre novios y novios nuevos chicos aparecían durante alguna semana, en ocasiones noches.


Mi siguiente novio se llamaba Carlos. Era amigo de amigos míos y me encantaba.
Un día en una fiesta le estuve cuidando, en realidad supongo que me aproveché de su estado anímico para darle mimitos y conseguir que me besara.
Carlos era un auténtico buenazo. pero nos conocímos en mala época. Llevábamos saliendo 20 días, recuerdo que todos los días nos pasábamos horas hablando por teléfono, nos gustábamos un montón, pero llegaba el verano, 3 meses de separación que ninguno de los dos pensó que debiéramos estar juntos. Recuerdo que me dijo que me quería el último día que estuvímos juntos.

Fue el primer chico que me lo dijo. Pero yo sabía que no me podía querer, y yo desde luego no le quería, siempre he odiado ese tipo de personas a las que conoces de poco tiempo y te dicen que te quieren.
A él no le odiaba, pero tampoco le quería.
Pasó el verano, verano en el que varios chicos también pasaron por mí, y volvió, pero yo ya no estaba, había volado.
Años después volvímos a besarnos, pero ya era tarde.

El principio del fin

El invierno ya ha empezado, sería algo normal si no fuera porque estamos en otoño.
Y como no me gusta la lluvia creo que es momento de empezar algo. Siempre se me ha dado bien empezar cosas, nunca mantenerlas.
Podría hablar de amistades, de sexo, de familia, de la calle, de la maldad, del egoismo...
O podría hablar de ti.