martes, 4 de diciembre de 2007

T

Alberto tenía 27 años. En todos los años que había vivido en esa ciudad nunca habíamos coincidido, y le conocí un fin de semana que estaba de visita, viendo a mi gente.

En ese momento yo estaba sola, hacía unos meses que D me había dejado y ningún hombre ocupaba mis pensamientos.

Aquello fue un flechazo. No amor a primera vista, química a primera vista.

No pasó nada aquella noche, tonteamos un montón, pero nada más, me quedé con ganas de volver a verle.

Pasaron los meses, no recuerdo si volvimos a encontrarnos, creo y supongo que sí, pero hasta semana santa no llegamos a volver a tener una noche de ligoteo.

Recuerdo el día que llegué a la ciudad, ÉL se había ido a su ciudad, con su novia.

Fui al bar donde siempre se producían nuestros encuentros, le vi, pero me fui a hablar con otra gente. Estuve un rato haciendo como que no le había visto hasta que me tiró una chapa. Sí, como animales.

Entonces fui a saludarle, hablé unos minutos con él y volví a irme. Esa noche no volví a ese bar, la tela de araña ya estaba trazada.

Unos días más tarde era la fiesta de cierre del bar, iban a tirarlo por cuestiones de licencias y en dos años volvería a abrir. Yo tenía mucha relación con ese bar, sus dueños y la gente que lo frecuentaba, y paraba allí desde hacía años.

Quedé con dos amigos y fuimos prontito a agotar todo el alcohol que quedaba y los bidones y bidones que se habían comprado para la ocasión. Todo por cuenta de la casa.

Unas horas después apareció.

Él era bastante amigo de mis amigos, el deporte hace amigos, y el alcohol acaba de unir lo que el resto de cosas no puede.

Fue una gran noche, la recuerdo con mucho cariño. La compañía era perfecta, la música buena como siempre, y la cerveza pues es la cerveza.

Tras strepteasse encima de la barra por parte de mis amigos ( gracias a Dios yo estaba en el baño, que mi intención era la de subir con ellos...) empezó a llover sidra achampanada. Un clásico.

Entonces yo decidí ir al baño, de camino vi que él venía de allí, nos íbamos a cruzar y de repente la luz se apagó.

Me besó.

Realmente no me gustó demasiado su forma de besar, demasiado brusca, basta, pero me gustó que me besara.

Las luces volvieron y seguimos besándonos.

La noche siguió, pero en un momento que estábamos todos fuera me dijo que si nos íbamos.
Por supuesto dije que sí.

Cogimos un taxi y fuimos a la casa de la novia de un amigo suyo que nos dejó las llaves de su loft.

Era una casita súper agradable, y entonces descubrí que él también era fan de Kiss Fm.

Hablamos de millones de cosas y practicamos sexo durante horas. El día siguiente me fui y unos meses después perdí el móvil y su número.

Cuando volvimos a encontrarnos me echó en cara que no le hubiera avisado, pero yo no tenía ya su móvil.

Y no crea que vuelva a tenerlo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sigo atento a tus historia! ;) un beso